lunes, 23 de mayo de 2016

Tablillas

El rey, el  hombre y la tabla

(Adaptación del Cuento “Los dos reyes y los dos laberintos”, de Jorge Luis Borges)

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las tierras de Babilonia que congregó a sus súbditos y magos y les ordenó  inventar  un elemento tan perplejo y sutil que en el que pudiera atesorar todos sus pensamientos e ideas. Esa obra era un escándalo, porque nadie entendía lo que el Rey pretendía y es sabido que la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres.
Con el andar del tiempo vino a su corte un extraño hombre que pidió hablar con el rey de Babilonia. Para hacer burla de la simplicidad de su huésped, el Rey lo hizo esperar hasta la declinación de la tarde y después lo atendió. Cuando el hombre fue recibido, sus labios no profirieron queja ninguna, pero él  le dijo al Rey que tenía lo que estaba buscando y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer en unos momentos.
Luego buscó su costal, hurgó entre sus cosas y sacó un trozo arcilla húmeda y comenzó a amasarla pacientemente, lo estiró en un mesón junto a la ventana y formó un rectángulo plano. Con un punzón de caña comenzó a trazar signos, puntos y líneas que nadie entendió. Lo dejó a la luz del sol y pidió que nadie lo tocara hasta que estuviera completamente seco. Entonces le dijo al Rey: ¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, me pediste que creara un elemento en el que pudieras atesorar todos tus pensamientos y tus grandes ideas, ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre  esta tabla de arcilla y estas escrituras que son palabras y perdurarán en el tiempo y otros hombres, de otros lugares y de otras épocas, podrán conocer tus ideas y saber quién fuiste, cuando lean tus escritos.
Luego juntó sus cosas nuevamente, las ató con las ligaduras y volvió al camino por donde había llegado. La gloria sea con aquel que lee lo que otro escribe.

CONTEXTO HISTÓRICO-GEOGRÁFICO:
En la zona de encuentro de tres continentes, Asia, África y Europa, en la región denominada media luna de las tierras fértiles, tuvo lugar el nacimiento de la civilización. El nombre de Mesopotamia (del griego, meso=medio; y potamo=río), o sea en medio de los ríos, se aplica a la región del Cercano Oriente que se extiende entre los ríos Éufrates y Tigris.
El sumerio fue la lengua de la antigua Sumeria, que se habló en el sur de Mesopotamia desde por lo menos el IV milenio a.C. Fue gradualmente reemplazada por el acadio como lengua hablada hacia el 1900 a.C, pero continuó siendo usado como lengua sagrada, ceremonial y científica en Mesopotamia hasta comienzos de nuestra era. A partir de ese momento entró en el olvido hasta el siglo XX. El sumerio no está relacionado con las demás lenguas de la zona ya que no es ni semita, ni camita (no es camito-semítica), ni indoeuropea, ni elamo-drávida (grupo, este último, al que pertenece la lengua elamita, por ejemplo) y se considera una lengua aislada. El sumerio fue la primera lengua escrita conocida.
El sumerio fue evolucionando a lo largo del tiempo y atravesando distintas etapas que los arqueólogos han intentado clasificar. El sumerio arcaico corresponde a la primera etapa de inscripciones, durante el período de Jemdet Nasr (Uruk III), alrededor del tercer milenio a.C. Entre los siglos 30 y 20 a. C. se sucedieron varias etapas más, si bien, el sumerio fue debilitándose poco a poco como lengua nativa en detrimento del acadio. Aunque no existe un consenso claro entre los investigadores, los textos escritos con posterioridad al segundo milenio a.C. suelen ser considerados post-sumerios, pues la lengua ya se habría extinguido y los textos escritos nos habrían llegado por medio de los escribas babilónicos, que utilizaban la escritura cuneiforme del sumerio con fines religiosos, científicos o literarios. Suele considerarse entonces, de manera aproximada, que la lengua sumeria.
Cuando los hablantes de sumerio desaparecieron en torno al 1900 a.C., su lenguaje continuó siendo cultivado por los acadios. Incluso cuando los hablantes nativos de sumerio disminuyeron, el sumerio siguió utilizándose como medio de expresión culta y literaria. En definitiva, el sumerio sobrevivió el declive de la población sumeria, y aunque se extendió el uso de la lengua acadia, el sumerio continuó durante siglos siendo recordado como lengua escrita.
El término "sumerio" es el nombre común dado a los antiguos habitantes de baja Mesopotamia por sus sucesores, los semitas acadios. Los sumerios se llamaban a sí mismos sag-giga, que significa literalmente "el pueblo de cabezas negras". La palabra acadia shumer puede representar este nombre en el dialecto, pero se desconoce por qué los acadios llamaron Shumeru a las tierras del sur. Algunas palabras como la bíblica Shinar, la egipcia Sngr, o la Hitita Šanhar(a) pueden haber sido variantes de Šumer.3 De acuerdo al historiador babilonio Beroso, los sumerios fueron "extranjeros de cabezas negras".

Organización Social:
Con respecto a la organización social, la sociedad sumeria era jerárquica y estratificada, al igual que las de todas las civilizaciones. En la cúspide de la pirámide social se encontraba el rey, a quien seguía en importancia una elite de sacerdotes, jefes militares y funcionarios de alto nivel. A continuación se ubican los comerciantes, funcionarios menores, artesanos especializados y, luego, los campesinos y artesanos. En el nivel más bajo de la sociedad correspondía a los esclavos.

Administración y Política:
A fines del 4º milenio A.C. Sumeria se dividió en una docena de Ciudades Estado  independientes cuyos límites fueron definidos por medio de canales y mojones. Estas ciudades eran grandes centros mercantiles. Cada una estaba centrada en un templo dedicado al dios patrono particular de la ciudad y gobernado por un "patesi" (Ennsi), o en ocasiones por un rey (lugal). Los patesi eran sacerdotes supremos y jefes militares absolutos, auxiliados por una aristocracia constituida por burócratas y sacerdotes. El patesi controlaba la construcción de diques, canales de riego, templos y silos, imponiendo y administrando los tributos a los que toda la población estaba sujeta. Las ciudades estado sumerias tradicionalmente eran ciudades-templos, ya que los sumerios consideraban que los dioses fundaban las ciudades para que fuesen centros de culto. Más tarde, conforme a la religión, los dioses se limitaban a comunicar a los soberanos los planos de los santuarios.
Los templos (entre los cuales se destacaban los piramidales ziqqurat) estaban ligados al poder estatal, y sus riquezas eran usufructuadas por los soberanos, considerados intermediarios entre los dioses y los hombres. Junto con los templos de las ciudades, homenajeando a su dios patrono, no era infrecuente que se erigiesen ziqqurats; pirámides de ladrillos macizos cocidos al sol que servían de santuarios y acceso a los dioses cuando éstos descendían hasta su pueblo.
Con el desarrollo de las ciudades, la tentativa de supremacía de unas sobre otras se tornó inevitable. El resultado fue un milenio de embates casi incesantes sobre el derecho de uso de agua, rutas de comercio y tributos a tribus nómadas.

Religión:
Tratar un asunto tal como la religión sumeria puede ser complicado, dado que las prácticas y creencias adoptadas por aquellos pueblos variaron mucho a través del tiempo y la distancia, cada ciudad poseía su propia visión mitológica y/o teológica. Los sumerios fueron posiblemente los primeros en escribir sobre sus creencias, que luego fueron la inspiración para gran parte de la mitología, religión y astrología mesopotámica, aunque ello no implica que su religión fuera la primera y que no hubieran tomado costumbres y ritos de otros pueblos.
Los sumerios veían los movimientos a su alrededor como la magia de los espíritus, magia que era la única explicación que tenían de cómo funcionaban las cosas. Esos espíritus eran sus dioses. Y con muchos espíritus alrededor, creían en varios dioses, que tenían emociones humanas. Creían que el sol, la luna y las estrellas eran dioses, al igual que los juncos que crecían a su alrededor y la cerveza que destilaban.
Creían que los dioses controlaban el pasado y el futuro, que les revelaban las habilidades que poseían, incluyendo la escritura, y que los dioses les proporcionaban todo lo que necesitaban saber. No tenían la visión de que su civilización se hubiera desarrollado por sus propios esfuerzos. Y tampoco tenían visión de progreso tecnológico o social.

Agricultura y Ganadería:
Los sumerios mantenían una producción de cebada, garbanzo, lentejas, mijo, trigo, nabo,  dátiles,  cebolla, ajo, lechuga, puerro y mostaza. También criaban ganado, cordero, cabra y puerco. Además de eso, usaban novillos como opción principal en el trabajo de carga y burros como animal de transporte. Los sumerios pescaban peces y cazaban aves gallináceas.
La agricultura sumeria dependía mucho del riego, efectuándose a través del uso de canales, estanques, diques y depósitos de agua. Las frecuentes y violentas inundaciones del Tigris, y en menor medida, del Éufrates, hacían que los canales necesitaran de reparación frecuente y de la continua extracción del limo, y el reemplazo continuo de los marcadores de inspección y mojones. El gobierno ordenaba a determinados ciudadanos la tarea de trabajar en los canales, aunque los ricos podían excluirse de esta tarea.

La planicie del Tigris-Éufrates carecía de minerales y árboles. Las edificaciones sumerias comprendían estructuras planoconvexas hechas de ladrillos de barro, desprovistas de  cemento. Debido a que los ladrillos planoconvexos eran de composición relativamente inestable, los albañiles sumerios añadían una mano extra de ladrillos, puestos perpendicularmente cada pocas hiladas. Entonces ahí, rellenaban los huecos con betume.
Las construcciones hechas con ladrillos de barro se acababan deteriorando, de forma que eran periódicamente destruidas, niveladas y reconstruidas en el mismo lugar. Esa constante reconstrucción elevó gradualmente el nivel de las ciudades, de modo que se erigieron por arriba de la planicie a su alrededor. Las construcciones resultantes se conocían con el nombre de tell y se encontraban en todo el antiguo Oriente Próximo.
El tipo más famoso e impresionante de entre las edificaciones sumerias, eran los Ziqurats o torres escalonadas, una construcción de largas y amplias plataformas sobrepuestas en cuya cima había templos. Algunos académicos han teorizado que estas estructuras podrían haber sido la base de la torre de Babel bíblica, que se describe en el Génesis.

Medicina:
Una tablilla encontrada en Nippur puede ser considerada el primer manual de medicina del mundo. En esa tablilla, donde había fórmulas químicas y mágicas (encantamientos), usaban términos tan especializados que para traducirse se precisó de la ayuda de químicos.
En la farmacia se usaban sustancias vegetales, animales y minerales. Lazantes y diuréticos fueron la mayoría de los remedios de aquel pueblo. Determinadas cirugías también eran puestas en práctica. Los sumerios manufacturaban salitre, conseguido a partir de la orina, la cal, de cenizas o de la sal. Combinaban esos materiales con leche, piel de cabra, caparazón de tortuga, sauces, higo, pera,  abeto y/o dátil.

Literatura:
La literatura sumeria comprende tres grandes temas: mitos, himnos y lamentaciones. Los mitos se componen de breves historias que tratan de perfilar la personalidad de los dioses mesopotámicos. Los himnos son textos de alabanza a los dioses, reyes, ciudades o templos. Las lamentaciones relatan temas catastróficos como la destrucción de ciudades o templos y el abandono de los dioses resultante.

Legado:
Los sumerios tal vez sean más recordados debido a sus muchas invenciones. Algunos especialistas les dan el crédito por la invención de la  rueda y el torno alfarero. Su sistema de escritura cuneiforme fue el primer sistema de escritura del que se tenga evidencia, adelantándose a los jeroglíficos  egipcios en, por lo menos, 75 años. Los sumerios estaban entre los primeros astrónomos. La invención de la escritura posibilitó a los sumerios el almacenamiento del conocimiento y la posibilidad de transferirlo a otros. Eso llevó a la creación de las escuelas, a la educación y oficialización de la matemática, religión, burocracia, división de trabajo y sistemas de clases sociales.

Escritura:
La invención de la escritura se debe a los súmeros, quienes habitaron los valles entre el Tigris y  el Éufrates, los ríos que corren por la tierra que actualmente llamamos Irak, quienes en el 3 milenio a.C pasaron de una etapa pictográfica e ideográfica a un sistema de puntos y signos impresos sobre arcilla. Quizás alguna cultura anterior, en un medio más húmedo, haya escrito con tinta sobre cuero o sobre hojas de palmera. Pero tales documentos tenían menos probabilidades de durar cinco mil años que la arcilla cocida en un clima seco.
Para grabar sobre las tablillas de arcilla, los sumerios utilizaban un estilo de caña, especie de punzón, que al presionarse dibujaba signos con la apariencia de cuñas, de ahí el nombre de cuneiforme con que se los conoce.
La arcilla húmeda toma impresiones excelentes de sellos o punzones y, cuando se la seca en un horno o al sol, se hacen permanentes. En los pantanos de la Mesopotamia crecían cañas en abundancia. Al partirlas surge una aguja o punzón que, presionando sobre arcilla, deja una marca en forma de cuña.
Las escrituras más antiguas que llegaron a nuestra época fueron realizadas hace cuatro mil años por los burócratas de los templos para registrar transacciones económicas. Los signos que imprimían con punzones sobre arcilla húmeda representaban objetos concretos: cosechas, animales, bienes.
Los administradores de los templos necesitaban llevar registros de sus tierras y cosechas. Los templos iban a perdurar, pero sus siervos no eran inmortales. La memoria de las partes interesadas y el testimonio de los vecinos podían servir para recordar los detalles de los asuntos familiares para la generación siguiente, pero los templos precisaban una forma de registrar de modo permanente sus posesiones y deudas. Este servicio era proporcionado por los escribas.

Los templos no descartaban los registros antiguos, sino que los depositaban en salas especiales destinadas a preservarlos, por lo general, las salas no tenían puertas y había que descender una escalera para entrar en ellas. Allí se guardaban las tablillas en cajas de madera, canastas o receptáculos de ladrillos. Cada contenedor tenía adherida una tablilla que indicaba la fecha y la lista de contenidos.

Los testimonios escritos hallados en las ciudades sumerias revelan el alto grado cultural alcanzado por los mesopotámicos: contratos, actas de matrimonio, ejercicios de escuela, reglamentos, códigos legislativos, lo que nos da la pauta de la gran difusión e importancia de la escritura súmera. Cuando los acadios se establecieron en la región adoptaron la escritura súmera.
En el antiguo Irak, los libros no tenían títulos. Para identificar las tablillas se usaba el íncipit (las primeras palabras de un texto), del mismo modo en que actualmente se utilizan los primeros versos para identificar un poema que no tiene título. El íncipit identificaba el objeto físico (la tablilla de arcilla) y no el trabajo literario. Cuando un libro ocupaba más de una tablilla, al final de cada una figuraba el íncipit de la siguiente, de la misma manera en que los primeros impresores emplearon el pie de página para ayudar a los lectores a pasar de una página a la siguiente.
Los bibliotecarios mesopotámicos llevaban catálogos de sus bibliotecas en tablillas de arcilla sobre las que inscribían los íncipit de varias tablillas.

EL ALFABETO:
La escritura cuneiforme era extremadamente complicada. Sin embargo, sobrevivió en Asia Occidental hasta la era cristiana. El alfabeto no supone solamente la invención de un número reducido de signos. Los mesopotámicos llegaron a concebir las sílabas y a separarlas en las palabras. Supieron distinguir ciertas vocales: a, i, u. Pero sólo las representaron aisladas o para reforzar las vocalización de algunas sílabas.

FORMAS DEL LIBRO:
Desde el comienzo mismo, los lectores exigían libros con formatos que se adaptaran al uso que se les daría. Las primitivas tablillas mesopotámicas eran, por lo general, trozos de arcilla cuadrados, aunque a veces rectangulares, de poco más de siete centímetros de ancho y podían llevarse cómodamente en la mano. Un libro constaba de varias tablillas, tal vez guardadas en una bolsa de cuero o en una caja, de modo que el lector pudiera examinar una tablilla tras otra en un orden preestablecido.


Bibliografía

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Lerner, F. Historia de las bibliotecas del mundo. Desde la iinvención de la escritura hasta la era de la computación. Buenos Aires: Troquel.
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